martes, 14 de diciembre de 2021

Más lluvia

 

Lluvia de pasiones, impregnada de claridad amorosa, pintar la mente de azules cielos, blancos inmaculados, verdes frondosos, tonos otoñales de impacto hermoso, viajar por las nubes , posarme en la arena blanca del Caribe, las olas bravías del Cantábrico y los siete mares que rodean al planeta de emociones transparentes e imágenes placenteras de paz y sosiego. Esos acantilados que cortan la respiración y calman el trote, esos verdes que arropan el alma en las montañas que rodean la costa. La música del espíritu, la sonoridad de la paz en el corazón travieso. Ese reír constante por tochadas, por encontrarse siendo el mismo ingenuo, genuino y veraz hasta pelando papas, hasta marcando con un palito el camino de las hormigas, mirando a los ojos al gato que siempre está meando los cauchos del carro del vecino, captar la imagen del zamuro que comparte basura con el perro callejero, sentir el picotear del azulejo que me visita cada tarde en la ventana, el colibrí que desayuna todas las mañanas libando las flores de las sábilas del balcón. Sonrío para crecer en misericordia sencilla, derroche de simplezas que transportan el amanecer de sombras entre una pequeñita luz que abre un as de vida

 
Titina Blanco Otero
10-12-21

domingo, 3 de octubre de 2021


 

Llegar al Puerto de la Guaira un medio día de mayo de 1958. Papá esperando el atraque del gran barco inglés, Reina del Mar, mamá, mi hermano y yo en la cubierta del barco , captando por primera vez con nuestras retinas asombradas y cegadas, esa luz chispeante de rayos, ese sol  hirviendo los cuerpos, esos cerros llenos de casitas apiladas, ese cielo azul sin nubes, papá muy delgado batiendo su pañuelo blanco en la orilla del puerto, mamá llorando a mares y acomodándose el maquillaje, el calor derritiendo en mi cabecita caliente, el cintillo de plástico forrado de terciopelo celeste, mi bebé querido de goma, poniéndose aguado en mis brazos… Al fin después de tres horas de espera y tres años de distancia, abrazarnos los cuatro. Papá nos llevó a la cafetería del Puerto a hidratarnos, recuerdo clarito como nos mostraba las opciones de refrescos y jugos: orange cruch, fanta,  pepsi, coca cola y jugos yukery, fue mi preferido entonces, yukery de mango, llegada gloriosa.

Se hizo de noche, subíamos en un taxi abarrotados de maletas, mamá solo decía: “Qué bonito, parece un nacimiento, parece un Belén”, (todas las casitas alumbradas en los cerros), papá le contestaba: “mañana  de día veras la realidad”.