Hoy mi piel está quebrada, abierta
a cielo raso, al paso de los instantes de aquel día imaginario, ese donde
abrimos los paraguas de soltura para guarecernos de nosotros mismos, porque hay
momentos que nos hemos perdido, mirando entre paredes espesas, espejos sin sombra, cielos revueltos… Verte partido, de dos en dos, verte en partes, en
pedacitos de cartón, en rompecabezas de mármol componiéndose, alejado por el viento del sur, y tu piel rota
se queda en la cascada de rocas filosas, mientras busco adormecer tu dolor
ingrato entre mis pezones de niña.