Cuando
pierdes los tesoros
Eres
receptor inaudito de presencias
Que
acongojan las raíces de sueños furtivos
Que alegran
los cascos de pies moribundos
Y Resplandece
el sabor de la vendimia
Abres a
recibir el aplauso de ti mismo
Que confluye
en una nostalgia veraniega
De dotes
inocuas
Ay amores
florecidos
Ay penas en
descenso
Ay tormentos
de flamenco
Ay cantos de
locura
Todo, todo
se diluye en estancias y caminos
En alborotos
de eucaliptos
En sombras
que mecen el descanso
Ese momento
austero de la mente
Que recobra
el sentido soslayado
De atreverse
a perder esos tesoros
Que se
invierten en ganancias substanciosas
Devenir
incógnito de riberas
Que cantan
los más íntimos paisajes