sábado, 30 de junio de 2012

turquesa





Una cueva turquesa, toda turquesa, paredes, suelos y techos preciosos,  y yo alucinaba… Apareció ella, una mujer de cabellos blancos resplandecientes, muy largos muy bien peinados, bella, bellísima, serenísima, proyectando su gran paz, me habló, me arrulló con su voz: “Ese no es, ámalo pero recuerda que ese no es, todavía no, pero vendrá y tienes que creértelo siempre porque te está esperando. “
De pronto aparecí fuera de la cueva turquesa, me encontré en un camino de tierra con muchos recovecos y bifurcaciones, no sabía cuál tomar, no sabía qué hacer, todo era confuso. Entonces escuché un silbido, como esos que haces para llamar a tu perro, y decidí seguir el camino del sonido, del silbido… A menos de 400 metros comencé a escuchar los ladridos de un gran perro, que llegó rápidamente a mí como si me estuviera buscando. Comenzó a saltar contento a mi alrededor,  moviendo su cola con gracia. Los sonidos del silbido seguían… Grité: - ¡Por aquí!  ¡Aquí está su perro!- .  Y apareció él, un hombre muy alto, muy fuerte, con unos ojos azules como el cielo cuando el sol nos alumbra con suavidad mañanera… unos ojos turquesa… Así fue mi estancia en el Gran Cañón: 
Muy grande, muy fuerte. El turquesa inundaba mi vida, mi corazón y todo mi ser.

miércoles, 27 de junio de 2012

gracias

mar cantábrico

Paz bendita que llena con cantos de soles
Violín angélico que penetra mi piel 
Mente en calma como la mar
Azul intenso del ser
Amor en arcoiris 
Brilla latente
Proyecta luz del sol bendito  
Muestra tu fuerza y poder 
Este día primero de verano en mi pueblo, en mi Villa, en la mar
Arenas volátiles
Pudor de las miradas de amor que me conmueven
Gracias hombre!

sábado, 23 de junio de 2012

Cantos





Canto al aroma del café recién colado en la mañanita 
Canto al olor de la canela cociendo en el arroz con leche
Al jazmín cerca del mar
Al nardo en la ventana
Canto al pasticho que se escapa con olores en el horno encendido
derritiendo los cuatro quesos …
Canto y canto y seguiré cantando a todo lo que cruza mi existencia
Canto a los hermanos que son miles de millones
Sonrisas regaladas en el tiempo
Porque los amo a todos sin excepción 
No me importa si me aceptan, si me miran, si me engañan
Solo quiero seguir sintiendo el amor en todos mis átomos
En los ojos que me miran
En las sonrisas que atesoro 
Seres que me tocaron que me tocan y seguirán tocando
vibrando conmigo.
Canto a  Whitman, a Shakespeare, a García Lorca
a Machado 
a la Calcaño 
a Gabriel
García Márquez
Benedetti
Neruda
Canto y canto a millones 
Canto y danzo entre poemas y sonrisas 
Hasta el nuevo amanecer en la otra orilla.

miércoles, 20 de junio de 2012

veranito

Solsticio de verano en Muskiz

Tengo que amansar mis impulsos
Esos que no me llevan a ninguna parte interesante
Ego latente
que ciega, ahoga, embrutece los sentidos
oscurece el alma
agobia el alma…
Entonces
lo dejo volar
salir
tomar aire…
perderse entre la maleza de las selvas
mezclarse con las fieras
las salamandras
las pirañas de río
los ogros del bosque
el fuego transmutador
para saciar, calmar su sed 
escándalos
agobios
arrecheras
vulgaridad
…Luego
regresa mansito
a mi cuerpo de aromas
donde lo espero con gracia soberana
almizcle debajo de la piel.

martes, 19 de junio de 2012

El cuento de Sahamir el cojo

Desierto Erg Chebbi

Nació en la nada
En el desierto del Sáhara en una haima perdida en la inmensidad de la arena.
Hijo de nómadas tuaregs, criadores de cabras en el Sáhara occidental, al sur de Marruecos, pastores anónimos nacidos en las hirvientes arenas.
Su madre Zahora siempre lo tuvo en sus brazos, amarrado a ella desde que nació.  Una de sus dos  piernitas era mucho más corta que la otra, esto lo hacía diferente a sus otros hijos, a todos los niños de la pequeña aldea, en el lejano desierto Erg Chebbi.
Un día cuando el niño Sahamir ya correteaba como ninguno por las dunas, bajaba y subía con destreza y agilidad inimaginable para los demás, su madre Zahora se lo llevo en brazos al mercado de Rissani, ciudad a unos 40 kms del desierto. La madre lo sentó en un pequeño montículo de tierra, mientras ella seleccionaba cuidadosamente los granos y especias que iba a comprar. No pasaron ni cuatro minutos cuando Zahora se percató que su hijo Sahamir no estaba donde ella lo dejó sentado. Como loca buscó y gritó su nombre por todo el mercado, abarrotado de gentes, cajas, mercancías, animales, sudores, olores y mitos. Abatida lloraba en todas las esquinas, preguntando y gritando. Llegó desfallecida a su desierto, con las manos vacías, con su pecho vacio… Nadie creía la historia, todos comentaban esa noche reunidos como siempre alrededor del fuego tomando té,  que Zahora había regalado al “cojo”. Así lo habían bautizado entre ellos.

amanecer en la gran Duna


El niño Sahamir fue robado por una mujer mayor que no tenía hijos. Criado en buenas escuelas en la ciudad de Fez, aprendió muchos idiomas, estudió en la Universidad de Meknes y siempre fue el primero de su clase, a pesar de que siempre para todos fue: “el Cojo del desierto”.
Sahamir pasaba días enteros, encerrado en su habitación con sus libros o marchaba  a las afueras de la ciudad, buscando la calma, siempre en silencio, sin pronunciar palabra. Ahora en la Universidad y en el barrio lo llamaban “el Cojo loco”.
 Sucedió que su madre, la mujer que lo robó, ya era muy anciana y enferma. Él la cuidaba día y noche con mucho cariño y dedicación,  hasta que su Dios le dio descanso. Luego de la fiesta de los muertos, Sahamir vendió la casa y se fue a sus orígenes, a las arenas del Sáhara. Se adentró muy lejos de toda civilización, clavó cinco estacas en las arenas, las cubrió con piel de camello  y se quedó en su haima en silencio muchos meses, solo con su camello Say, sus pocas pertenencias y la infinitud de las arenas.


Cuentan, que todos los días Sahamir caminaba muchos kilómetros por el desierto. Recogía fósiles, piedras y todo lo que se iba encontrando en las arenas. Así poco a poco fue juntando y construyendo su casa. Una construcción muy extraña y llamativa en medio de la nada. Todos los beduinos que por allí pasaban eran bien recibidos, les brindaba té y alimentaba a sus camellos, les permitía dormir y descansar sin nada a cambio. Así se fue forjando la leyenda del “Cojo de las arenas”.
Sahamir siguió construyendo su palacio-mezquita todos los días, todas las noches, no paraba, siempre aparecían piedras y fósiles en su entorno, siempre aparecían hombres bereberes que lo veían como “el Cojo de Alá”, pues para todos tenía una sonrisa, un pocillo de agua, un té caliente, cobijo en su hogar de piedra y arena.


camino al oasis



Un día apareció un hombre llamado Hassan, le dijo que era su padre. Le contó que su madre había muerto llorando todos los días desde su desaparición. Le contó que sus hermanos eran muy pobres. Le dijo que esa gran construcción podía ser un Hotel para los turistas que visitaban el desierto. Según él, tenía muchos amigos extranjeros que podían visitarlos y pagar por estar allí, pasearlos a camello por las dunas y enseñarles los misterios de Sáhara.
Sahamir solo asentó con su cabeza y de la noche a la mañana, el Hotel del Cojo fue el más famoso del desierto del Sáhara occidental. Toda la familia se instaló y comenzaron hacer negocios con las caravanas de turistas que visitaban la zona. Los hermanos y su padre atendían a los turistas y autóctonos que llegaban de todas partes. Unos limpiaban, otros cocinaban, paseaban en los camellos a los turistas para ver el amanecer y el atardecer mágico del desierto.
Sahamir atendía a los enfermos de artritis cuando llegaban los meses de insoportable calor, después del Ramadán. Los curaba con las terapias de las arenas. Estas consistían en enterrar al enfermo de los huesos, por cinco minutos en las arenas calientes, las temperaturas elevadas eran muy peligrosas  pero  muy sanadoras para las dolencias de los huesos. Después los desenterraba, les daba un baño fresco, los envolvía en mantas y les ofrecía  té. Así se fue haciendo inmensamente reconocido y rico, pues la fama del Cojo de las arenas sanadoras, se extendió por todo el continente, por todo el universo. Llegaban turistas, enfermos y curiosos de todas las latitudes, a esa estancia maravillosa creada en el desierto por El Cojo de las arenas.

Gran Duna Erg Chebbi




Ya Sahamir tenía 30 años, no se le conocía mujer,  solo cuidaba a los enfermos, caminaba por las dunas, siempre en silencio, trabajando en su grandiosa construcción. Entonces entre su gente comenzaron a llamarlo “el cojo mariquita”, se reían a sus espaldas y gastaban su dinero en los pueblos cercanos, en fiestas, bebidas, drogas y mujeres.
Un buen día llegó al Hotel una mujer sola, muy guapa y segura de sí misma. Dijo ser latina y quería un guía para adentrarse en los misterios del desierto. Todos los hombres se pusieron a su disposición para hacerle el recorrido, pero ella solo posó sus ojos en el callado Sahamir, se acerco a él y le sonrió, él hizo lo mismo y desde ese momento se volvieron inseparables. Danzaban por las dunas, se iban con sus camellos a recorrer los oasis. Ella tomaba fotos, él la observaba. Pasaban horas conversando sobre la vida y la muerte, filosofando, leyendo cuentos, haciendo el amor, empapando  su sexo de arena. Luego regresaban felices, siempre riendo.
Entonces por primera vez, los parientes comenzaron a llamarlo Sahamir el cojo.
Ahora Sahamir conversaba con los suyos, daba algunas órdenes para realizar el trabajo con más rendimiento y economía. Todos culpaban a la mujer guapa, de haberle metido cosas raras en la cabeza. Para ellos era mejor cuando estaba callado trabajando, les dejaba holgazanear y gastar su dinero.
Una tarde estaban Sahamir y su mujer contemplando el atardecer desde lo alto de la gran duna, en silencio, como solían hacer. La mujer le hablo y le dijo: “Sahamir ha llegado el momento de irme, quiero que vengas conmigo, todo lo que has leído, todo lo que estudiaste ahora lo vas a conocer,  nuevas culturas, nuevos paisajes, vas a saborear todo con tus sentidos. Vámonos por los caminos del mundo, seremos muy felices Sahamir, nos amamos y siempre cuidaremos el uno del otro.”
Sahamir bajó la mirada y quedo en silencio
Ella respetó su silencio y bajaron de la duna muy de noche, agarrados de la mano.
Al día siguiente, ella le volvió a insinuar su partida, el guardo silencio de nuevo y se fue solo a caminar por las arenas. Regresó entrada la noche, ella lo estaba esperando afuera de la haima, donde siempre hacían el amor viendo las estrellas, contando las fugaces y los astros.
Sahamir le hablo con lágrimas en los ojos y le dijo que ella era el amor, su única mujer, pero él tenía que cuidar de los suyos, tenía que seguir construyendo su Fortaleza. Ella también lloró y entre sonrisas y llanto le dijo:”Es una pena que no te des cuenta de esta oportunidad que te brinda el Universo, te deseo lo mejor a ti y los que te acompañan. Me voy mañana antes del amanecer”
Sahamir quedo en silencio otra vez. Los parientes hacían lo que les daba la gana, no atendían el hotel. Todo se fue deteriorando… Las paredes estaban sucias, los turistas se quejaban, los camellos envejecían, los baños se atascaban y Sahamir se fue alejando, pensando que algún día su mujer volvería, pero no sucedía y pasaba el tiempo. Todo se destruía a su alrededor.
Un día Sahamir se fue caminando como siempre lo hacía por las arenas y no regresó. Sus parientes pensaron que había desaparecido. 
Unos jóvenes que cruzaban el desierto en motos, al llegar al ruinoso Hotel del Cojo  y escuchar las historias, alertaron que había un viejo seco no muy lejos de allí, que lo tocaron y estaba seco como un palo. Los parientes al día siguiente, después que los jóvenes emprendieron camino, fueron en su búsqueda y encontraron un tronco seco que estaba clavado en la arena, cerca de la gran duna. El tronco tenía dos ramas, una pequeña y otra tan grande que se perdía entre las nubes.
No encontraron nunca a Sahamir, pero cuentan, que el Cojo del desierto se transformó en tronco. La rama pequeña era su pierna corta y la rama que subía hasta el firmamento era su pierna larga que andaba buscando por el séptimo cielo a la mujer guapa que se lo quiso llevar a recorrer otros mundos y él no se atrevió a dejar lo que había construido.

Sáhara - Merzouga



sábado, 16 de junio de 2012

natu Delika

 euskal baserria

Naturaleza que aquieta, adormece tu monstruo,  fortalece la sangre, despierta la ternura, la sonrisa de tu piel. Placer en las mínimas sensaciones, en todo lo minúsculo de la vida… Eso que florece sin darte cuenta, se transforma en una gran tronco de resistencia, paciencia y poder. 

jueves, 14 de junio de 2012

atardecer en Bilbo

muelle Ibeni - Bilbao


Las persianas me hacen sombras
siembran la curiosidad de mis ojos, de mi mente, de mis piernas…
por saber, por ver más allá del alcance físico
Y entonces abro las persianas, las subo, las libero del encierro y alboroto mi cuerpo
Movimiento y sacudida de huesos
Encamino mis ideas
Mis piernas andan solas como si fueran mayores de edad
Me dicen a donde ir, con quien estar encaramada en la colina frente a la ría, en el viejo muelle
Todos se toman fotos para el recuerdo
¿Cuántos álbumes abra con ese fondo de paisaje?
Con esas persianas entreabiertas, que dejan pasar una luz dividida en secciones exactas,  multiplican el aspecto, dan otro prisma, nueva visión de la luz refractada
Vuelvo a cerrarlas y me escondo en mi mundo
Vuelvo a encender las ideas y las piernas se van solas sin permiso, seguras llegaran a algún paraje donde descansan un rato nada más.

martes, 12 de junio de 2012

giros

mar cantábrico - bizkaia



Vaciar la mente
Girar a la izquierda
corazón

Vueltas y vueltas
hasta perder el equilibrio

Entregarse a la inmensidad

aquí

senderismo por la costa de bizkaia

Todo está bien en mi mundo
Todo sonríe por dentro
Todo se trasluce por fuera
Todo se mezcla en porciones deseadas
Todo será todo hasta el fin de los fines
Todo será infinito en los placeres de los mares, de las costas
de los cielos, de los astros,
de las galaxias lejanas, todo será…
Todo es como tú quieres que sea
No hay excusa

domingo, 10 de junio de 2012

fortaleza - calma

soñando con fuerza 


Soñando y distraída en esta amada tierra, por parajes de montes 
mares bravíos-sedosos, de perlas de río  
bosques mágicos, de selvas sin palabras. 
Todo lo que nos hace volar, nos aquieta el espíritu indómito 
nos da una pausa mágica
Aquieto y respiro...
Indispensable en esta era de tormentos, de finales de mundo
comienzos de un nuevo respirar 
una nueva era sin bancos ni bankia, ni rescate a bankeros 
ni tanto bla blaaaaaaaaaa.
Solo bancos de arena
bancos de madera, de piedra
en verdes parajes
bancos de parques
bancos de plazas
bancos de escuelas
bancos de teatros
bancos aluviales
bancos de circos
bancos de bares
bancos de mares
para soñar…
para seguir construyendo
esta nueva tierra
bancos de todos
merecida e intransferible realidad

sábado, 9 de junio de 2012

costa-mar

costa de bizkaia

La presa suspendida en el etéreo paisaje dormido en el tiempo
Pájaros en bandadas que dibujan el espacio celeste
Cantan sinfonías soñadas de vientos y cáscaras, que se entrelazan, se aman, se funden en un solo sonido-vuelo de distancias inconmensurables
Voces ansiosas de ser escuchadas
Ah… amada costa, amado mar, llévame
ráptame en tu infinito sosiego y éxtasis

viernes, 8 de junio de 2012

fuerza de dioses

kobaron- mar cantábrico

Acontecer de los dioses
Cuando abres tu vida al sol y  encuentras a tus semejantes respirando el mismo sol, el aire intransferible de paz, de contenido vacio, lleno de suspiros, de nada
Respirar y ver, respirar y sentir al increíble universo plasmado en tus ojos de verde, de azul agua, de sonidos que calman y transportan a la luz de esa orilla… esa que brilla y ciega, llena y vacía, colma y desata pasiones por el no hacer, solo sentir, solo estar.


 El acontecer diario me sucumbe
Quiero permanecer entre lirios salvajes
Quiero ver el amanecer de sonrisas en los labios de mis hermanos
Porque reir es un acto de vida perenne
Porque escribir es un respiro que alivia mi alma y fortalece mi espíritu
Amarme y amar
hasta las hojuelas de maíz
Es mi sentir en esta vida gloriosa.





Riglos de Huesca

jueves, 7 de junio de 2012

renovar


follaje de huesca


El viento sacude mi mente 
Las hojas en movimiento renuevan mi entusiasmo 
El sonido que azota el aire entra en mis moléculas autóctonas.
Porque despertar es vida agradecida, compuesta y esporádica.

miércoles, 6 de junio de 2012

siempre caminos

Delika, camino del Nervión

Tierra poderosa que me infundes, me colmas el espíritu de amor, me adormeces en tus brazos inmensos llenos de gloria bendita, de besos oceánicos que me transportan a la voluntad divina de vivir entre los astros, entre tus manos, entre tu pecho robusto que sana todas las pérdidas y colma los encuentros de transparencia absoluta. Seguir, seguir, en tu tierra firme, movediza, cambiante, transmutadora de pieles, de troncos, de aires, de juncos, de vueltas, de vuelos perennes que facilitan el paso, que facilitan el encuentro con mi ser, con mi espíritu alado. El tránsito por estos rincones, esquinas, mesetas y botxos.