miércoles, 28 de noviembre de 2012

universo bendito

teatro arriaga de bilbo

Papeles, esos de colores que lanzaste al viento, quedaron prendidos en las hojas de las hayas,  en los bosques de abedules, en los desiertos de cujíes, en los océanos subterráneos de  aguas emocionales latentes, en los ríos sonoros, en los prados silvestres donde crecen las amapolas, las margaritas y los giralunas, porque los soles fueron raptados en las noches por  aleteos de águilas de tigre. Vientos del sur, soplan y calientan… Luego apareció el Sol  lejano, las heladas cortando el aliento, la luz del norte, el aire siberiano que adormece el cuerpo entre mantas, canciones y salamandras… Vuelves a respirar en el centro, reconoces  la sílaba, la palabra dormida, trasnochada . Vuelves a  reírte de tu tonto alboroto. El pasado sigue sacudiendo las espaldas, cada día lo amas más, juegas con él, sientes que te corretea por pasillos interminables con puertas abiertas, cerradas,  pestillos de antaño, pestillos eléctricos que permiten abrir y cerrar a tu antojo, a larga distancia,  con los ojos cerrados, con la mente girando entre lunas y soles. Todo a pedir de boca, todo transformado a tu aire. Banderines de colores, esos que adornan los lejanos pueblos escarpados tibetanos, papelitos prismacolor, silencios coloridos,  partituras sublimes que transportan  las notas del colorín colorado del  laúd,  infinitos aires del universo bendito que muestra su orden divino, la puesta en escena.