morrocoy |
La bruma de la tarde me
enrojece al verte
Eres mi parapente de colores
encendidos
Me derrito en tu presencia
Me caigo de culo
Las cosas se resbalan de mis
manos
Y recojo tus besos de uno en
uno
Como los pétalos de aquella
flor caprichosa
Que nos vio besarnos
escondidos detrás del matapalo
De la vecina que canta
tonadas de vientos
Allá en las dunas del
desconcierto
Donde armamos la haima del
recuerdo perpetuo
Nos acurrucamos en las arenas ardientes
Y retozamos sin tiempo
Sin relojes
Sin agujas ni pespuntes
Solo cielo
Solo sudor cuajado de amor
Solo cuerpos entretejidos de
perfumes cautivos
Que se desbordan en las
miradas de este ahora
Presente hasta la muerte
Presente hasta los confines
de los infinitos saberes que nos desvela, el antojo de tocarnos siempre.
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