Es la hora
del acierto
Granada
metida en la piel
En parábolas
lejanas
Granada
paladín de enmiendas
Su olor de
azucena
En garganta
magenta
Subo y bajo
aceras
Transporte calcado
por la historia
Mis ojos se
pierden en la sierra
La nieve y
sus recursos solariegos
Me place el
silbido de esquinas
Colores del
sol naciente en escaleras de horizontes
El sonido de
las veras cruzadas por calles empinadas que absorben la poesía en las ventanas
Farolillos
de novios divertidos
Moros-cristianos
abanican sus entradas
Sigo sin
pestañear
Solo siento
su cálido murmullo
Voces poetas
de tierra agradecida
Colmando la
sed del andante
Colmando
tiestos de arcoiris
Asomados a los
balcones de arabescos multicolor
Repletos de
cascadas en aromas acrobáticos .
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